lunes, 7 de noviembre de 2011

Recorremos el Lago Futalaufquen



De regreso vemos a la distancia el lago Willimanco a 9 Km. de distancia.
Vamos al pueblo Gales Trivilin, distante a unos 40 km, hace 12 º pero el viento es
helado, en cambio dentro nuestra camioneta el clima es hermoso 25º, en Trivilin
visitamos la tumba del mala cara y un museo harinero, el pueblo es muy pintoresco con
sus típicas construcciones de madera y los balcones con contornos artesanalmente
hechos.
Desandando unos 8 km llegamos a la bifurcación de los caminos que conducen uno para
el lago Futalaufquen
FUTA.: GRANDE
LAFQUEN: LAGO
Pasamos por el Lago Terraplén, extenso valle verde entre montañas nevadas, cruzamos
el arroyo Fontana que alimenta la Laguna Coqueta y
Llegamos finalmente al Parque Nacional Los Alerces.
Nos detenemos a almorzar bajo la sombra de un arrayán con vista panorámica al lago,
en puerto Limonao, nombre del primer habitante de este lugar, luego lo recorremos en
su totalidad, es enorme.
Descubrimos una gran cascada escondida detrás de un cerezo en flor. Pincén se larga a
la aventura, la escala para ver de dónde viene el agua, demora, me impaciento y justo
cuando me dispongo por ir a buscarlo, aparece maravillado de lo que ha visto arriba, me
invita a subir y con gran esfuerzo lo logro, en varios tramos prendiéndonos de troncos y
raíces para poder ascender, no existen senderos ni nada que se le parezca el suelo es
mas que virgen, pero no apartándonos del curso del agua no parece ser muy peligroso.
Ya se siente la bruma que nos moja, estamos cerca de la parte más fuerte del salto. El
regreso es más difícil que la subida, la pendiente es muy grande, pero llegamos a la
Leque que dormía junto con el capitán bajo el cerezo.
Al final del lago, este se une por medio del río Arrayanes con el Lago Verde, aquí
también bajamos entre raíces, troncos y pequeños senderos hasta un puente colgante `para ver la unión de los dos lagos.
Desde el puente se divisa el paso de las truchas río arriba luchando contra la correntada
de las cristalinas y heladas aguas para lograr desovar en el nacimiento del río. 
El viento silba y hamaca el puente con frenesí.
Para llegar hasta esa pasarela debimos descender más de dos km con una inclinación de
más de 50º, pero lo peor fue después subirla, ya veníamos de la cascada y el frío no ayuda para una buena oxigenación. Costó muchísimo esfuerzo lograrlo, pensé que jamás llegaría pero el
instinto de supervivencia y el amor a Pin y a Bocha me hicieron lograrlo.