Playa El Doradillo, es tarde
son las 15 hs, es probable que estén durmiendo la siesta,
oteamos el horizonte,
entrecerramos los ojos, ya parecemos chinitos y nada ni una sola
se ve, ni una cola siquiera. Por
la tarde si desde el monumento al indio tehuelche vimos dos ballenas
De apoco se ilumina la ciudad,
toma un brillo especial, parece de oro, nos quedamos a
pasar la noche
El muelle del puerto es ancho,
la gente lo toma como un lugar de paseo o de pista
aeróbica, mide exactamente un
Km. Camino hasta la punta, me interno en el mar,
mientras Pin lo hace trotando
ida y vuelta unas seis veces como parte de su
entrenamiento diario. Justo en
la punta a estribor, una enorme bandada de gaviotas
picoteando sobre el agua,
anuncia lo tan esperado, oscura, brillante, tímida asoma su
lomo, hasta que finalmente da
un salto espectacular, mostrando toda su cola, escucho su
canto y se pierde en la
densidad del océano.
Alquilamos una casita a seis
cuadras de la playa, debemos dormir muy bien, esta vez
más que nunca, porque mañana
Pincén tiene una excursión contratada para hacer su
bautismo en buceo.
Preparo pescados con puré para
la cena, duchas y a dormir.
La casa es confortable, muy
bien equipada con todo lo necesario para pasar unas lindas
vacaciones. Lavo toda la ropa
y la cuelgo en el patio. No creo que se seque.
Suena el despertador, ya no
reconocemos que es ese ruido, primer día que tenemos
verdaderamente un horario,
saltamos de la cama. A las diez sale la lancha.
Duchas, desayuno, un poco de
orden, entregar las llaves de la casa y… ¡a la aventura!
Pincén contento, pero más callado
de lo habitual, yo con un susto bárbaro pero lo
aliento.
considere, o que aun me pida la
mano en los transes difíciles o peligrosos. Claro que lo
acompaño. Tenía ganas de ayudarlo.
Me hago la fuerte, solo me limito a filmar y / o
fotografiar tal acontecimiento.
El mar planchado, las ballenas
nos están esperando en el medio del golfo.
En el local le dan las primeras
indicaciones, lo preparan, lo visten,
Indicaciones, y más indicaciones
con mucha seriedad. Debemos caminar hasta la
lancha, meternos con el agua
hasta la cintura, esta helada, tengo muchísimo frío, pero lo
disimulo. Pincén va con traje de
neoprene de 3 mm. Debe llevar el tubo de oxigeno, que
es muy pesado, pero se lo banca.
boquilla, como sacarse el aire de
los oídos, de la máscara, etc.
Cinturón de plomo, pesa.
Prácticas sobre la superficie y lentamente comienzan el
descenso, el agua cristalina me
permite seguirlos hasta cierta profundidad, los pierdo de
vista, las burbujas me indican
por donde van. Recorren los restos de un antiguo
visita una lobito de mar para
jugar con ellos, y lo inesperado, también se acerca una
gran ballena, que los observa y
los sigue bien de cerca. Vinimos a verla y ella magnifica
se presenta. Sigo el recorrido
del buceo desde la lancha, lo sigo por las pequeñas
burbujas que suben, se donde
están y detrás… la gran mancha oscura que danza sobre
ellos, espero no los aplaste.
Casi ni respiro, siguen las pequeñas burbujas. Por fin se los
empieza a ver difusamente, están
ascendiendo, llegan a la superficie, ahora si tomo una
gran bocanada de aire y esbozo
una sonrisa.
La cara de Pin es muy rara, no sé
si de frío, sorpresa o alegría, pero es rara, la boca le
quedo con trompa de tanto tener
el mordillo del oxigeno, fue poco más de media hora
que estuvieron abajo, es muy
cómico.
Suben, se sacan parte del equipo
y mientras la ballena nos espera, prudente un poco mas
adelante, arrancamos, pasamos
sobre ella y nos despide con su característico coletazo,
mostrando la cola como si fuera
la palma de una mano que saluda, ¡hasta la próxima!
Con la vista y con la ayuda de
Leque, la perseguimos recorriendo el golfo, tres veces
más nos saluda, la seguimos desde
el monumento al indio Tehuelche, se va hacia mar
abierto.
Continuamos su lenta marcha,
ahora paramos en las bajas arrancas pasando el ex
camping “el golfito”, donde hay
restos de otro naufragio, pero esta vez no hubo
necesidad de bucear para verlo.
Sigue la ballena, siempre hacia
el océano. Nos detenemos en el Faro, acá si paramos y
nos limitamos solo a perseguirla
con la vista hasta que la perdemos a lo lejos en el
horizonte.