Después de 120 km de desierto total llegamos al pueblo de
Tamariscos
Cuenta todo el pueblo con dos casa una es museo, cerrado y
la otra particular también
cerrada.
El viento que no para de soplar nos desvía hacia Facundo
cruzando el Río Senger por
un amplio valle muy regado. Es un pequeño pueblo fundado
hace solo dos años. Todas
casas iguales parecen ser de gendarmería.
Facundo y la p que te tiró, María Gaita nos juega una mala
pasada y nos conduce por el
ripio
en el ripio las piezas saltan y vuelan como acróbatas
aéreos, sin vegetación, sin aves, ni
ovejas, solo ripio, viento y mas ripio, decido tomar unos
km el volante, ¡que aventura!,
nadie para saludar y menos chocar, mucho ripio, gallega si
pudiera te ahorcaría,
veníamos por un buen asfalto, ¿cuánto faltara para la
próxima población?
¡Por fin Río Mayo!
Capital nacional de la esquila
Igual que Facundo todas casitas nuevas. Cargamos nafta y
nos esperan 60 km más de
ripio hasta Perito Moreno.
Habíamos andado ya 7 km de
desierto, viento y ripio cuando
de la nada un paisano
caminando nos hace dedo, va hacia la estancia Santa Elena. Lo
alcanzamos hasta el cruce
de las rutas y le regalamos un paquete de galletitas dulces y
una botella de agua, ya
que seguramente deberá caminar hasta la noche en este desolado
desierto antes de llegar a
la estancia, va a ofrecerse para la esquila, ni siquiera tiene
seguridad de si lo tomaran
ahí.
Subimos al nuevo asfalto,
pero el viento no afloja, es cada vez más intenso y se
encapricha en querernos
sacar de la ruta, pero Bocha con fuerza ayuda a la Leque y
ganan.
A lo lejos un cordón
montañoso con picos nevados.
Cruzamos infinidad de
liebres, una manada de guanacos, un ñandú y ovejas, ovejas y
más ovejas. Faltan 60 km
para llegar a Chile bordeando el lago Buenos Aires, el mas
grande de Sudamérica
después del Titicaca.