De regreso a la casa de Ramón
pasamos por una heladería para premiar el. día
Lavo toda la ropa, tierra,
cenizas, mas tierra y mas cenizas quedan en el fondo del
lavarropas, porque acá si,
lavo con el lavarropas, ¡que adelanto!, pero luego hay que
lavar la maquina porque la
ceniza está cargada de metales que pueden arruinarla si
quedan depositadas en el
fondo.
Amanece nuevamente y nos
espera otro largo día de trabajo.
José le enseña a Pincén,
distintas técnicas para aflojar las tuercas,explica, “las
golpeas un poquito y aflojan”.
Cada hierro oxidado bajo
cenizas acumuladas, descubre piezas originales inmaculadas
como las patas de motor, rúleman,
juntas, tuercas, tuerquitas, arandelas, a Bocha se le
destripándolo, ahora las patas
traseras. Pincén “instrumentista” alcanza las herramientas necesarias para la
operación. Los dos están tan entusiasmados con el trabajo que ya es la una de
la tarde y aun no quieren parar para almorzar.
Lequetán ya se ha hecho amiga de ventisquero y conversan
toda la tarde
Continua el viento, tanto que hoy cocino dentro de la casa
de Osvaldo, dueño del
campo, y oh sorpresa cuando voy a buscar a los hombres para
que vengan a comer, no
siento el viento pegar en mi rostro, se detuvo, paró, no
sopla, que delicia, un rato de
respiro. Sol patagónico más picante que el mismísimo
viento. Los convenzo que entren
a comer, se apuran y continúan con la cirugía.
quedado con las luces prendidas y agoto toda la batería.
¿Será que se quedo con los
ojitos abiertos viendo atentamente lo que le paso al Ford A
y se asustó?
Le hablamos, la empujamos, la alentamos, la convencemos y
arranca. Ya regresan y
siguen cada vez mas descuajeringándolo, ¡que palabra
larga!, como la tarea de
descuajeringarlo, así de larga, ya son las 20 hs y el sol
todavía está bastante alto.
Mañana domingo no se trabaja, por lo que estamos invitados
a navegar a vela por el Río
Negro, tal vez salgamos al mar o visitemos una isla donde
se encuentra el eucalipto más
ancho de Sudamérica,