Según estudios realizados
el árbol es el más ancho de Sudamérica, verlo impresiona. Es más grande que nuestro
vehículo de ancho, esta isla y este
árbol en particular está en casa de un amigo de Ramón: Omar
Y llego el domingo,
desayunamos unos rápidos mates, preparamos la leque y
compramos un pollo para
hacer a la parrilla
Tomamos la ruta que va
para San Antonio, es un día de pleno sol, y por ahora nada de
viento, muy agradable.
Llegamos a fuerte San
Javier, erigido en 1782, distante a unos 30 km al oeste de
Viedma. Estamos en la casa
de Omar y su hijo Bruno, dueños de una extensa chacra agro-ganadera y de una
pequeña isla que se accede por un pintoresco y no muy estable puente.
Es la hora de alimentar
los terneritos que nacieron ayer, debemos hacerlo a mamadera
porque la vaca no los
quiere alimentar, colaboramos en tan tierna tarea. Para esto hay
que caminar por el campo
casi dos km de ida y oros dos de vuelta, cada más o menos
tres horas durante el día,
la última mamadera la toman a las 20 hs y no se las da la
próxima hasta mañana a las
5 de la mañana. Acompañamos a Omar y le permite a
Pincen darles la mamadera
y ayudamos luego a arrear el ganado para rotar el campo de
pasturas.
Omar y Bruno merecerían un
capítulo aparte, son de los más cordiales.
Ramón prepara el pollo a
la parrilla y ahí nomás nos quedamos a orillas de un brazo del
tarde cruzamos el puente y
cosechamos una canasta llena de espárragos que saboreamos
durante la cena y durante
dos días más.
Gallinas, gallos, pollas,
pollos y pollitos dan vueltas alrededor nuestro pescando las
miguitas que se nos caen.
Pincen atrapa una polla que cacarea como loca y se quiere
escapar.
De repente el fuerte
viento produce una gran nevada de flores de álamos híbridos que
lentamente danzan sobre
nuestras cabezas, cubren todo de blanco y el viento las lleva
para otros lugares
remotos.
Finalmente vamos a
abrazar, tocar y medir el eucalipto. Cuenta Omar: “cuando mi
abuelita vino a estos
parajes, ella era muy chiquita, y el eucaliptos ya era grande, se ha
quebrado varias veces,
porque sus grandes gajos cargados de hojas no resisten la furia
del viento.”
Un poco mas de 15 metros
de diámetro, lo que da que se precisaría más de diez
personas para abrazarlo en
su totalidad.
Debemos continuar viaje,
nos despedimos de esta maravillosa gente, no sin antes
intercambiar regalos,
Bocha recibe de obsequio una junta de Ford A original y él les
obsequia un cuchillo
artesanal de los que hace, éste está encabado con un rayo de
Ford T, no lo quieren aceptar y
ponen de condición para aceptarlo que se lo demos la
próxima vez que vayamos a
visitarlos. De esta manera nos sentimos comprometidos de
volver.