lunes, 21 de noviembre de 2011

El gran Eucaliptus. El mas ancho de Sudamérica



Según estudios realizados el árbol es el más ancho de Sudamérica, verlo impresiona. Es más grande que nuestro vehículo de ancho,  esta isla y este árbol en particular está en casa de un amigo de Ramón: Omar

Y llego el domingo, desayunamos unos rápidos mates, preparamos la leque y

compramos un pollo para hacer a la parrilla

Tomamos la ruta que va para San Antonio, es un día de pleno sol, y por ahora nada de

viento, muy agradable.

Llegamos a fuerte San Javier, erigido en 1782, distante a unos 30 km al oeste de

Viedma. Estamos en la casa de Omar y su hijo Bruno, dueños de una extensa chacra agro-ganadera y de una pequeña isla que se accede por un pintoresco y no muy estable puente.

Es la hora de alimentar los terneritos que nacieron ayer, debemos hacerlo a mamadera

porque la vaca no los quiere alimentar, colaboramos en tan tierna tarea. Para esto hay

que caminar por el campo casi dos km de ida y oros dos de vuelta, cada más o menos

tres horas durante el día, la última mamadera la toman a las 20 hs y no se las da la

próxima hasta mañana a las 5 de la mañana. Acompañamos a Omar y le permite a

Pincen darles la mamadera y ayudamos luego a arrear el ganado para rotar el campo de

pasturas.

Omar y Bruno merecerían un capítulo aparte, son de los más cordiales.

Ramón prepara el pollo a la parrilla y ahí nomás nos quedamos a orillas de un brazo del

Río Negro que nos separa de una de las islas sembrada de vides y espárragos. Por la

tarde cruzamos el puente y cosechamos una canasta llena de espárragos que saboreamos

durante la cena y durante dos días más.

 




Gallinas, gallos, pollas, pollos y pollitos dan vueltas alrededor nuestro pescando las

miguitas que se nos caen. Pincen atrapa una polla que cacarea como loca y se quiere

escapar.

De repente el fuerte viento produce una gran nevada de flores de álamos híbridos que

lentamente danzan sobre nuestras cabezas, cubren todo de blanco y el viento las lleva

para otros lugares remotos.

Finalmente vamos a abrazar, tocar y medir el eucalipto. Cuenta Omar: “cuando mi

abuelita vino a estos parajes, ella era muy chiquita, y el eucaliptos ya era grande, se ha

quebrado varias veces, porque sus grandes gajos cargados de hojas no resisten la furia

del viento.”

Un poco mas de 15 metros de diámetro, lo que da que se precisaría más de diez

personas para abrazarlo en su totalidad.

Debemos continuar viaje, nos despedimos de esta maravillosa gente, no sin antes

intercambiar regalos, Bocha recibe de obsequio una junta de Ford A original y él les

obsequia un cuchillo artesanal de los que hace, éste está encabado con un rayo de 
Ford T, no lo quieren aceptar y ponen de condición para aceptarlo que se lo demos la

próxima vez que vayamos a visitarlos. De esta manera nos sentimos comprometidos de

volver.