Hoy nos levantamos temprano, a las 10 de la mañana ya hemos desayunado,
otra comunicación familiar por wf.
Y… ¡a buscar el Ford A!, de pasada hacia el campo compramos
todas las cosas
necesarias para un buen asado.
Viento y mas viento, ¡me tiene cansada el viento! Pero me
ayuda a alentar el fuego de la
parrilla. Pechito, tapa, chorizo por metro, morcilla y
ensaladas varias, mientras los
muchachos desarman el auto.
Ya está la carne, los llamo a comer, pero sopla el viento y
no me escuchan, llamo
nuevamente, grito, silbo, debo caminar hasta allá lejos
para buscarlos, porque el viento
silba y grita más fuerte que yo.
Después de comer ayudan en la faena: Ramón, Osvaldo y
Pincén.
Junto al silbido del viento, silba el tren, parece un duelo
de silbos, largos, fuertes,
sostenidos en el tiempo, agudos e intensos, una competencia
para determinar quién silba
más fuerte y mejor, aunque el tren pone todo de sí y se
esmera, gana sin ningún esfuerzo
el viento, sin lugar a dudas él es el más fuerte.
El tren es el patagónico que sale dentro de una hora para
Bariloche, lo veo desde mi
mesita ubicada al lado del Ford y de la Leque en el medio
del campo.
Por hoy termina la jornada laboral.