En la ruta hacia Hornitos nos alcanzan los carabineros que no habían hecho tiempo de despedirnos para desearnos buen viaje.
Hornitos, dicen la playa mas cálida de Antofagasta. Ya habíamos pasado para una fiesta de fin de año. La playa estaba llena de carpas, casas rodantes, motorhome, de acampe libre, sin luz, sin agua, paz absoluta, pero con el ruido de los equipos de energía ni las olas se escuchaban.
Ahora en absoluta soledad, la playa es otra, es el verdadero hornitos que vieron sus pobladores. La mayoría casas de fin de semana de la alborotada Antofagasta. Casas de descanso en esta inmensa ola de dunas de colores del desierto de amarillos, naranjas y ocres que contrastan zambulléndose en el azul intenso del mar, acantilados de arenas y restos fosiles se sumergen en el mar. Sus casas todas como en fila, sostenidas sobre pilotes, palafitos o incrustadas en las rocas de la extensa costa de más de 30 kilómetros, desafiando sunamis observan el lento atardecer.
