El corazón se acelera, es que después de muchos muchos años,
No vamos a decir cuántos para que no saquen la cuenta, fui docente en Rancagua.
Y allá vamos retornando a la vieja escuelita
En San josé me encuentro con doña Teresa qué fue ordenanza cocinera y compañera en aquellos años.
Nos dimos ese abrazo postergado tan cálido, que nuestras lágrimas se unieron, y así entre llantos y risas, nos tocamos para reconocernos y nos volvíamos a abrazar.
Cuántas historias compartidas.
Vivencias silenciadas en complicidad.
De lejos se divisa el mausoleo de los Chian.
Hoy sus descendientes han cortado la pasada por el gran salón. Ahora para ir a Cachi se debe caminar el doble.
Al llegar Rancagua, en la entrada, antes del puente ( peatonal, todavía no llegan autos) está la casa de Diana.
Si esa misma pequeña, que hace muchos años susurró ante la cámara de fotos su temor a que le atrapará el alma.
Hoy convertida en una gran mamá.
La habíamos visitado hace unos cuantos años y en esa visita le tomamos fotos a sus hijos ( con su autorización) es que ahorita hay luz, internet y compus para todos, dijo entre risas.
Hoy su guagüita se descubrió entre otras personas que viajan en nuestra casa camión.
Renovamos más abrazos y llegamos a Cachi.