domingo, 13 de octubre de 2019

la fiebre del oro. Rivera Uruguay


Minas de corrales, Santa Ernestina

Se levanta en los accesos a Minas de Corrales sobre la ruta 29. En este lugar se tejieron extraordinarias historias de un pueblo minero que en 1870 ya era identificado como un importante centro poblado, aunque todavía no con el nombre de Santa Ernestina.


En 1884 la Junta Económica de Tacuarembó – que por ese entonces incluía los territorios de lo que conocemos hoy como Rivera – evaluó la posibilidad, que por su gran movimiento comercial, alcanzara la condición de capital.
Pero, temas políticos de la época hicieron caer por tierra dicha denominación. Fue por mucho tiempo el principal centro poblado de Rivera, contaba con luz eléctrica y un importante movimiento comercial. Desde estos campos la locomotora «La Clotilde» transportaba en sus vagones hasta la represa de Cuñapirú las piedras que se extraían de las minas de la zona, material que también se transportaba en aerocarril,

existiendo aún vestigios de las torretas por donde cruzaban los contenedores.
En tiempos de esplendor Santa Ernestina alcanzó una población cercana a los 1500 habitantes y contó con teatro de 100 butacas, hotel con alojamiento para 40 personas, banco, escuela, almacén de ramos generales y un burdel.
Santa Ernestina y la Primera Huelga en el Uruguay El 13 de Enero de 1880, se hizo conocer en Santa Ernestina, un nuevo sistema de paga. Estaban contratados a $ 25 por mes, y se pretendía pagarles solamente $ 1 por cada día que trabajasen, descontando así días de mal tiempo o días en que por problemas técnicos no se pudiese trabajar. El nuevo sueldo establecido por la Empresa, no fue aceptado y provocó una huelga - motín.
Se produjo una rebelión de obreros que fue reprimida violentamente, dejando como saldo un tendal de trabajadores gravemente heridos que murieron sin poder ser atendidos. Otros fueron trasladados con urgencia al Hospital de San Fructuoso (hoy Ciudad de Tacuarembó) pero, en su mayoría, no llegaron con vida.
Unas cuarenta bocas de mina que se tragan y devuelven obreros “tiznados” con el polvo del ambiente y el barro que pisan, conviven con cerca de dos mil personas que están instaladas en Cuñapirú. Apenas a cuatro quilómetros está la mina Santa Ernestina;

en el radio de unos diez quilómetros están el llamado Povinho das Minas y las minas San Gregorio y San Pablo. Algo más distante están Zapucay y Cortume, pero nunca nadie puedo decir que paso con los doscientos italianos anarquistas huelguistas que nunca más aparecieron, a eso se le suma las muertes dudosas de ahorcados y fusilados