En esta
oportunidad convencemos a mamá que fuera parte integrante de nuestras
aventuras. Darle la oportunidad de recorrer lugares tal vez conocidos por medio
de paquetes turísticos pero no desmenuzados pueblos por pueblos.
Salimos
de nuestra ciudad muy despacio, tarde y sin apuros recorriendo la Pampa húmeda
de nuestra provincia de Buenos Aires.
Cada uno
con sus roles, esta vez la que escribiría a bitácora sería mamá, Su gran
aventura, a los 83 años subirse a la casa camión y salir a pasear un poco por
el país, tal vez mas allá, sin rumbo, sin planes, sin tiempo. Solo el tiempo
que quiera disfrutar de esta vida nómade.
Empezamos
visitando viejos amigo y es así que llegamos a Navarro.
Alberto
Martino, Jefe de Estación de Ferrocarril de Navarro.
A Beto lo habíamos conocido años anteriores junto a su maravillosa obra. Es un ferroviario de pura ley, un socio con todas las palabras del ferrocarril, amante de lo que hace y en cada palabra brillan sus ojos, cuando enseña su museo, narra la historia del reloj francés (que todavía funciona exacto), pica los boletos y hace sonar el telégrafo que tantos años le diera de comer. Tal vez continúe mandando secretos mensajes a las locomotoras detenidas en el tiempo arrumbadas y abandonadas en las vías. Esas locomotoras y esos trenes que tan fielmente registran en sus maquetas en escala, que tiene los asientos, las luces, los camarotes, los cargas generales, sin perder un detalle. Esos cuadros que cada tren quisiera salir y cruzar el puente de Navarro y hacer sonar su silbato para todo el pueblo, todos los pueblos.
Beto, Carlos Alberto Martino, además de ser jefe de la estación de Navarro, además de ser pintor y maquetista, también es músico, integrante de la banda del pueblo y del grupo folclórico “Los Amanecidos”, poeta, escritor, fundador del museo y gran guardián de sus bienes y de la memoria de los ferrocarriles argentinos.
Muchos de sus cuadros que parecen fotografías los ha pintado de memoria, “en esa época no tenía maquinas fotográficas y aun hoy pinta de memoria las estaciones, los almacenes de ramos generales que estaban enfrente, el bar… y hasta las plantas y las macetas de las vecinas.
Escribió y edito en forma artesanal el libro de su entera autoría
“Mi mundo de
trenes, donde cuenta con detalles y muchísimos jocosos, porque siempre tuvo y
conserva el sentido del humor, toda la vida de un gran ferroviario desde el
nacimiento.A Beto lo habíamos conocido años anteriores junto a su maravillosa obra. Es un ferroviario de pura ley, un socio con todas las palabras del ferrocarril, amante de lo que hace y en cada palabra brillan sus ojos, cuando enseña su museo, narra la historia del reloj francés (que todavía funciona exacto), pica los boletos y hace sonar el telégrafo que tantos años le diera de comer. Tal vez continúe mandando secretos mensajes a las locomotoras detenidas en el tiempo arrumbadas y abandonadas en las vías. Esas locomotoras y esos trenes que tan fielmente registran en sus maquetas en escala, que tiene los asientos, las luces, los camarotes, los cargas generales, sin perder un detalle. Esos cuadros que cada tren quisiera salir y cruzar el puente de Navarro y hacer sonar su silbato para todo el pueblo, todos los pueblos.
Beto, Carlos Alberto Martino, además de ser jefe de la estación de Navarro, además de ser pintor y maquetista, también es músico, integrante de la banda del pueblo y del grupo folclórico “Los Amanecidos”, poeta, escritor, fundador del museo y gran guardián de sus bienes y de la memoria de los ferrocarriles argentinos.
Muchos de sus cuadros que parecen fotografías los ha pintado de memoria, “en esa época no tenía maquinas fotográficas y aun hoy pinta de memoria las estaciones, los almacenes de ramos generales que estaban enfrente, el bar… y hasta las plantas y las macetas de las vecinas.
Escribió y edito en forma artesanal el libro de su entera autoría
Hoy lo podemos visitar en la estación de Navarro dispuesto a contarle y mostrarle a todo o el que quiera escuchar las bellas historias con el mismo brillo en sus ojos de siempre.
En esta oportunidad nos regaló un ejemplar de su maravilloso libro.
Gracias Carlos Alberto “Beto “ Martino!!!
Desde ahí
continuamos nuestra marcha y mates y carteles de ruta se van entremezclando. Cuando
leemos Los Toldos, noto que a mamá le brillan los ojos, se le aceleran las
palabras, se le alborotan los sentimientos. Los toldos 80 km.
-Queres
ir?
sucede
que había nacido mi papá, su esposo, su gran amor. papá Juan , hijo de Juan y
de Delia oriundo de Los Toldos, muy joven partió de su pueblo para buscar
nuevos rumbos, y si... encontro a Mamá, Susana, oriunda de Tolosa. Él,
guaterpolista y ella nadadora de la misma pileta. miradas calidas y frescas
aguas comenzo esta relacion que termino teniendo dos hijos. uno de esos soy la
que escribe.
-te
parece?
VAMOS!!!!
Y mayor
aun seria nuestra sorpresa cuando al llegar el policía de transito consulta se desfilaríamos
con los autos antiguos. ¿Será que ha visto a nuestro Lequetán muy viejito,
ANTIGUO?, ¿desfilar? no entendíamos nada.
Mamá, Susana, posando al lado del escudo en la plaza central de Toldos Toldos |
Llegamos
a la plaza, nos iban abriendo paso para que nos acomodáramos al lado de los
hermosos autos antiguos que se exhibían. Se conmemoraba ese día el 7 de agosto
de 2016 el 108 aniversario de la autonomía de los Toldos. Llegamos a este
pueblo después de 50 años que no pisábamos, y justo el día de su fiesta
principal y desfilando. Empezamos a buscar viejos amigos de papá, de Juan, del
Tilo y supimos que su hermano “indio de sangre” Coliqueo vive y su casa que queda justo al lado de donde estacionábamos. Ya
son muchas coincidencias, muchas casualidades. Serán causalidades nuevamente
las que llenan nuestra casa camión de alegría?
Fue tan
inmensa la felicidad de regresar a esos pagos, al pueblo de los abuelos y de
Pap´que salimos los tres en silencio casi sin querer despertarnos de este sueño
transformado en realidad.
Magia de
los caminos!!