Capital poblado muy moderno (recordemos que fue desvastado por el terremoto del 44 y lleno de tierra pese a que la gran parte se encuentra asfaltado.
Pasamos por la Difunta Correa, el sitio honra a Deolinda Correa,
segunda invasión de La Madrid a San Juan en 1891, cayo muerto el espeso de la venerada, Baudillo Correa, quien había sido reclutado contra su voluntad y trasladado presumiblemente a La Rioja. En
esta ocasión Deolinda debió emprender el camino por el terrible desierto con su hijo de meses,

después pudo ser rescatado con vida por unos arrieros. Ellos dieron piadosa sepultura a la difunta, conociendo el nombre por una medalla que ella tenía en su pecho, lo grabaron en la cruz de
algarrobo que corono su enterratorio.
A fines del siglo pasado otros arrieros, que habían extraviado el ganado en una noche de violenta tormenta invocaron su ayuda al descubrir casualmente su tumba. Al amanecer, en una cuesta,
desde entonces llamada Cuesta de las Vacas, uno de ellos de nombre Zeballos pudo divisar y reunir el
