Cómo cada vez que viajamos para el noroeste tanto de ida como de vuelta intentamos en nuestro itinerario pasar por Achiras.
Y porqué Achiras?
Porque aquí vive según nos han contado el mochilero más antiguo del país.
EL OSO, sí así con mayúscula
Nacido en Coronel Moldes, la tierra de Agustín Tosco.
Es aquel legendario personaje que un día decidió irse de gira con su mochila, mochila de fabricación casera, porque en aquella época no era tan fácil conseguir una, estamos hablando de hace más de 50 años.
Sí, 50 años y más ha cumplido el oso de mochilero y sigue viajando incansable por el mundo.
Recuerda que su primer viaje , fue a Cosquín allá por el cuarto o quinto festival de folklore y de ahí no paró más
Está construyendo un camping a la vera del río, donde vende sus helados artesanales y o los regala.
Caminando, en tren, en bici, en avión, en lancha o en balsa recorre remotos lugares,
La India, Ecuador, Galápagos, Montañita, Máncora, Rapa Nui
Además de ser el mochilero más antiguo del país, trabaja cuando está en su tierra, vendiendo helados que el mismo elabora artesanalmente.
Y porqué helados?
Porque el término sus estudios gracias a un helado.
Recuerda y nos cuenta con una gran sonrisa, cuándo pequeño, si pasaba de grado, la tía como un premio incentivo le regalaba un helado.
Hoy cuando se asoman al camping caritas con ganas de tomar helado y muy pocas monedas en el bolsillo, el oso no duda en llamarlos y convidarles un enorme helado.
Ya son famosas las largas, larguísimas filas que se forman en la plaza cada vez que el oso regresa de algún largo viaje y decide regalar helados a todos los niños vecinos.
Cuenta con amigos qué la ayudan a fabricar o a repartir
Y la plaza se llena de fiesta, el pueblo se congrega pequeños y grandes reciben las cremas heladas y coloridas de la mano del oso.
Tiene su casa en el pueblo, ahicito nomás de la intendencia. Pero prefiere vivir en el río, se lo puede ver rastrillando las hojas, acomodándo la leña, conversando en un fogón o uniéndose en una guitarreada, frente al Ojito dónde aún se divisan algunas pinturas rupestres, donde el agua cristalina clara corre para dar el gran salto.
Llegamos muy tarde, le mando un mensaje por WhatsApp invitándolo a desayunar, y para sorpresa nuestra a la mañana cuando abrimos la puerta de nuestra casa camión, nos encontramos al pie de la escalera con un kilo de helado, sin tarjeta y sin firma.
No era necesario
Quién más podría ser sino EL OSO
Cuando recogimos nuestro presente es acerca con una gran sonrisa y con una hermosa gorra aludiendo a la fecha 4 de febrero, pero su gorra tenía el año, 1992.
Nada más y nada menos el año de la revolución bolivariana.
Ha recorrido gran parte del mundo y tiene infinidad de anécdotas para contar y un sinnúmero de amigos qué visitar.
Añora su Máncora querida, dónde aparte de su familia de corazón lo aguarda la bicicleta para llevarlo hasta Venezuela Colombia y Ecuador a seguir visitando amigos.
Siempre lleno de proyectos, nos cuenta: " si se abren las fronteras tengo ganas de ir a la Polinesia y si no mientras para estirar las piernas cuando termine el verano, cuando termine la temporada de helados, iré para Ushuaia aún no lo sé, sí en bicicleta o en moto. Hasta aquí nada extraordinario entre los viajeros, pero lo interesante en esta historia es que el oso con sus 74 años sigue adelante como el primer día que se cargó la mochila al hombro.
Como siempre nos comprometemos a retornar y pasar unos lindos días a la vera del río para deleitarnos con más increíbles historias.