Viajar no es solo sacar fotos, es tambien conocer la gente de los pueblos. compartir con ellos sus historias y o sus vivencias.
El Locomotora?
El locomotora
Era una máquina, un burro de carga,
Un tren carguero completo
con 134 vagones, una
zorra y diez catangos
Un personaje total. Un loco lindo total.
El locomotora
Era hijo, sobrino, nieto, primo y hermano de ferroviarios.
Un dilecto hijo de los tantos hijos dilectos.
De las tantas familias dilectas
ferroviarias argentinas.
El Locomotora
era como el loco Bazan,
que corría a la par del tren dos o tres kilómetros
antes de que llegara a la estación de su pueblo.
Y lo acompañaba dos o tres kilómetros después
cuando el tren seguía su curso hacia la próxima estación.
El Locomotora era el “Forrest Gump” de nuestras pampas
Una vez siguió un tren
desde su pueblo hasta el próximo pueblo.
Y no sólo lo siguió.
Sino que fue imitando todo el tiempo
el traqueteo del convoy, el trepidar de las ruedas en los
rieles.
Chiqui, chiqui. Chiqui, chiqui,
chiqui, chiqui, chic…y el pito…piiiiiiiiiiiiiiii,
piiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
El Locomotora, era el Loco Bazan!!!
El Loco Alfredo!!!! el Loco Rogelio!!!
O el pardo Gaitan
El Locomotora era todos los locos juntos
Cualquier leyenda. Cualquier historia.
Cualquier mito. Cualquier culpa,
cárguensela al Locomotora
porque le sobra espacio. Y le caben todas.
Absolutamente todas las historias que se te ocurran.
Desde el Maiten por los Mirasoles,
o por estación Patricios
por nombrarte algunas.
El locomotora, para que te des una idea,
pegó un solo salto desde su rancho,
que era un vagón abandonado,
en el pueblo donde había nacido
y fue a dar directamente sobre las vías del tren
cuando escucho volar la tapa de la pava
que su madre había abandonado en el fuego.
Si ese día no se
mató.
Fue porque es día había huelga ferroviaria.
El ruido de la pava, zangoloteándose sobre la hornalla,
idéntico al de la locomotora a vapor,
lo inspiró a él como músico amateur
y a todo el pueblo para endilgarle el apodo
“el Loco Motora”.
Cuando tenía 6 o 7
años
se puso a dibujar corcheas, blancas, negras y redondas,
y todas las notas musicales sobre los rieles,
sobre las vías y los durmiente de quebracho,
como si estuviera sobre un gigantesco pentagrama
ferroviario.
Y se las quedaba acariciándolas
como si fueran las teclas o las cuerdas
de todos aquellos instrumentos que adoraba,
pero que nunca los tuvo entre sus manos.
Porque, sabes que es lo que pasaba?,
pasaba que al
Locomotora le encantaba la música,
pero nunca lo
mandaron a estudiar.
Por eso siempre tocó de oído.
Mira si amaría la música, el Locomotora
Y . sabes cómo era el Locomotora?
Mirá, tenía la cara como rueda de tren,
todo su torzo era
guitarra.
Y sus piernas un acordeón.
Mirá cuando lo vea a Regazzoni,
le voy a decir que me lo pinte.
Es la única obra de arte que falta hacer
a ese otro loco lindo para tener completa
la historia plástica de los ferrocarriles argentinos.
El locomotora es entre tantos otros:
el Loco Matera que cumplió su sueño
de hacer entrar en la ciudad su tren cargado de sueños,
traído así como así de su entrañable Estación Patricios.
Inspirado en el Loco Bazán, Un
atleta rebelde, un adorador del viento y de los caminos. Un amante ferviente de
la libertad.