En esta época nadie circula por las rutas y menos hace turismo en playas alejadas. Decidimos entrar a Epecuen a buscar a nuestro personaje Don Pablo, el ultimo poblador de la laguna.
Hace muchísimos años habíamos leído una simpática nota sobre él. https://www.lanacion.com.ar/.../la-historia-de-pablo...
Hoy cerquita de cumplir 90 años se ha mudado, pero “por poquitos días” a un centro de rehabilitación, lo cierto que se cayó de su bicicleta y se quebró la cadera, pero pese a la pandemia lo pudimos visitar y mantener una interesantísima charla tras un cristal. Grande fue la sonrisa reflejada en su rostro cuando llegamos a la hora prevista, habíamos coordinado previamente una visita por teléfono, que él mismo nos atendió
Hacia 1899 anoticiados por comentarios elogiosos y gracias al ferrocarril, los primeros turistas comenzaron a arribar al lago Epecuen, otorgando un importante crecimiento al pueblo de Carhué. Hasta 1921 la ciudad de Carhué creció al ritmo de los hoteles y a los centenares de turistas que necesitaban de esta fuente natural de salud. El 23 de enero de 1921 el visionario don Arturo Vatteone inauguraba un balneario a orillas mismas del Lago Epecuén, convirtiéndolo luego en la base del pueblo o Villa “Lago Epecuen”.
Desde aquel día Lago Epecuén comenzó a convertirse en una realidad para el turismo de salud de la República Argentina. Sus aguas altamente mineralizadas producían y producen efectos realmente asombrosos en quienes aprovechan sus bondades.
Problemas como la artritis, artrosis, psoriasis y diversas enfermedades de la piel, fueron tratadas con asiduidad a lo largo de casi más de un siglo. Estudios realizados desde 1886 en adelante explican que la altísima concentración de minerales, que la hace hipermarina, es comparable únicamente con el Mar Muerto.
La inmersión en sus aguas produce efectos beneficiosos en el organismo, los que son analizados y controlados por profesionales de la salud que conocen y apoyan el desarrollo de la actividad termal.
El Lago Epecuén y sus aguas curativas no son una simple promesa publicitaria, son una realidad avalada por generaciones que lo conocieron y disfrutaron, muchas de las cuales están redescubriendo su entorno ideal, su clima con aires de mar y todos los servicios que se hallan emplazados en la ciudad de Carhué, a 520 kms. de Capital Federal.
Modernas instalaciones Spa y piscinas termales, sumado a la tranquilidad y seguridad garantizan una recuperación integral del cuerpo y la mente... Carhue y el Lago Epecuen son una opción única en este sentido.
El Lago Epecuen era conocido desde épocas lejanas por sus aguas mineralizadas, utilizadas para enfermedades reumáticas, de piel o tonificantes del organismo.
La primera referencia del Lago Epecuén fue dada en 1780 por el Piloto De La Real Marina Pablo Zizur en viaje de recolección de sal a las Salinas Grandes, (Hoy La Pampa). Al pasar por sus costas la bautiza Laguna San Lucas, coincidentemente el Patrono de la Medicina.
Con la ocupación del territorio indígena por parte del Estado Argentino la memoria oral y los comentarios elogiosos hacen que comiencen a arribar personas a darse baños en sus costas. Desde 1899 con la llegada del ferrocarril, Carhué se vio inmerso en una fiebre turística poblándose de importantes hoteles y comercios.
En 1909 la Provincia de Buenos Aires le da un respaldo científico-médico a sus aguas milagrosas enviando una comitiva de especialistas que revelará sus propiedades para el mundo. A partir de allí y especialmente en la década de 1920, se comienza a vislumbrar un gran futuro para el Lago Epecuén. Así, el 23 de enero de 1921 se inaugura el primer Balneario en sus costas, distante a 8 km de Carhué que se denominará “Mar de Epecuen”, comenzándose a lotear tierras a sus alrededores para conformar un pueblo.
El ritmo de crecimiento se hizo importantísimo, se construían hoteles, espigones hacia dentro del lago, lujosas residencias y nacían empresas explotadoras de sal, de venta de barros curativos y jabones.
Al lado de los hoteles comienzan a establecerse trabajadores y propietarios y así, para 1930 la Villa Lago Epecuén ya contaba con Iglesia, una Escuela y todos los servicios necesarios para el desarrollo de un pueblo.
Su crecimiento no cesaría y en la década del 70 llegará a recibir a 25.000 turistas con 6.000 plazas hoteleras declaradas y sumando 250 establecimientos comerciales. La población estable de la Villa Lago Epecuén era de alrededor de 1.200 personas.
La laguna de Epecuen es una evaporita, es decir recibe excedentes de agua por lluvias y arroyos y en las épocas secas los evapora, generando así el decantamiento y conformando su única salinidad y mineralización natural. Por más de 60 años el lago continuó con su rutina de crecidas y sequías tal su función ancestral, sin embargo ésta afectaba mucho las inversiones turísticas, dependiendo éstas de las buenas lluvias que disolvían el manto de sal haciendo el baño placentero y porque el agua quedaba cerca de los espigones y servicios. Cuando las lluvias no acompañaban las temporadas fracasaban, eran necesario hacer pozos para que filtre el agua y la gente pueda sumergirse en las aguas del lago, lo que no era muy apreciado por los turistas en busca de salud.
En los años 70´s las autoridades provinciales se hicieron eco de los reclamos que venían desde los 30’s para estabilizar el caudal de la laguna, efectuando obras hidráulicas que por diversas cuestiones políticas desde 1976 no se continuaron. Tan solo un canal recolector de aguas de otra cuenca hídrica fue la obra culminada que sumado a las abundantes lluvias caídas en 1980, hicieron que se tenga que levantar un terraplén para defensa del pueblo que comenzaba a correr peligro de inundación. El sistema natural estaba desequilibrado por la mano del hombre.
Como la laguna Epecuen es la última laguna, y por ende más baja, del llamado sistema de Lagunas Encadenadas del Sudoeste, no posee ninguna salida de la gran hondonada en que se halla.
Entre 1980 y 1985 las lluvias y el ingreso sin control del agua por el canal fueron condenando al pueblo de Villa Lago Epecuen, el que sobrevivía protegido por una muralla de 4 metros de altura.
Un 10 de noviembre de 1985 ese terraplén no soportó el embate de la laguna y el pueblo comenzó a ser evacuado, perdiéndose 70 años de historia turística termal.
Para el invierno de 1993 el pueblo de Villa Lago Epecuén estaba sumergido bajo 7 metros de agua. Gracias a obras encaradas en esos años que impidieron el ingreso de agua a la laguna, lentamente fue escurriéndose dejando al descubierto las ruinas lo que alguna vez fue el más pujante centro termal de Argentina.
El agua bajo, pero dejó a su paso los escombros y los recuerdos de lo que alguna vez fue una pequeña ciudad, con futuro y proyectos.
Hay varios circuitos turísticos que reviven aquella época de esplendor: El Matadero, Ruinas de Villa Epecuén, Playas sustentables, Spa termales y el Museo Regional de Adolfo Alsina. También nosotros solemos pasar por el cementerio, detrás de él es doinde se encuentra la colonia de flamencos mas grande del lugar