A Beto lo habíamos conocido años anteriores junto a su maravillosa obra. Es un ferroviario de pura cepa, un socio con todas las palabras del ferrocarril, amante de lo que hace y en cada palabra brillan sus ojos, cuando enseña su museo,
narra la historia del reloj francés (que todavía funciona exacto), pica los boletos y hace sonar el telégrafo que tantos años le diera de comer. Tal vez continue mandando secretos mensajes a las locomotoras detenidas en el tiempo herrumbradas y abandonadas en las vías. Esas locomotoras y esos trenes que tan fielmente registra en sus maquetas en escala,
que tiene los asientos, las luces, los camarotes, los cargas generales, sin perder un detalle. Esos cuadros que cada tren quisiera salir y cruzar el puente de Navarro y hacer sonar su silbato para todo el pueblo, todos los pueblos.
Beto, Carlos Alberto Martino, además de ser jefe de la estación de Navarro, además de ser pintor y maquetista, también es músico, integrante de la banda del pueblo y del grupo floclorico “Los Amanecidos”, poeta, escritor, fundador del museo y gran guardian de sus bienes y de la memoria de los ferrocarriles argentinos.
Muchos de sus cuadros que parecen fotografías los ha pintado de memoria, “en esa época no tenía maquinas fotográficas y aun hoy pinta de memoria las estaciones, los almacenes de ramos generales que estaban enfrente, el bar… y hasta las plantas y las macetas de las vecinas.
Escribió y edito en forma artesanal el libro de su entera autoría “Mi mundo de trenes, donde cuenta con detalles y muchísimos jocosos, porque siempre tuvo y conserva el sentido del humor, toda la vida de un gran ferroviario desde el nacimiento.
Hoy lo podemos visitar en la estación de Navarro
dispuesto a contarle y mostrarle a todo o el que quiera escuchar las bellas historias con el mismo brillo en sus ojos de siempre.
Aun conservamos como un tesoro su regalo, un ejemplar de su maravilloso libro que siempre lo desplegamos ante quien quiera conocer y escuchar de su historia.
Gracias
Carlos Alberto Martino