En nuestra casa camión con Geronimo Saint Martin y el vasco, Jorge Omar Iza
Geronimo aún mantiene el Guines de haber sido el velero más pequeño que llegó al casquete Polar ártico.
Un poco de historia:
Llego a la Ciudad de La Plata, nuestra ciudad , a estudiar medicina.
Y un día partió del yat club Berisso hacia Florianopolis, Brasil en un h20. Solo 6 m de eslora, solo 6 m de largo, y un lugar habitable más pequeño que una carpa pequeña.
El velero se llama "La India"
La solitaria travesía empezó el 10 de febrero de 1991 y duró más de 10 años
El velero sólo llevaba un GPS (ubica posiciones por satélite), un radar, una radio VHF, una brújula, un panel solar para la batería y un car-stereo. Recorrio la costa brasileña, guayana, la isla Martinica, en el Caribe.
Fue en Martinica donde tuvo la ocurrencia de llegar hasta el Artico. Saint Martin (nacido en Mercedes, Buenos Aires) dice que dos imágenes lo empujaron "hasta el techo del mundo": ver un pafin, un extraño pájaro que sólo hay en el Artico, y alcanzar alguna de esas bahías, con casas de madera y colores pastel.
Consiguió sponsors, compró abrigo y salió de la isla Saint-Pierre, en dirección a Islandia.
"Navegué a unas pocas millas de Flamish Cap (el escenario de "Una tormenta perfecta") y por la ruta del Titanic", recuerda. Las temperaturas extremas le pusieron un dedo del pie al borde de la amputación.
Pero fue durante la secuencia Islandia-Noruega, donde Saint Martin vivió la situación límite: en altamar se le rompió el palo del velero. "Me salvó un pesquero ruso. Querían que abandonara el velero. Les dije que no", cuenta. Saint Martin sólo necesitaba agua, un buen baño y la ayuda de dos marineros rusos para improvisar un nuevo mástil. Siguió hasta Noruega.
En agosto de 1998, finalmente, llegó al pueblo de Longyearbyen, en la isla de Spitsbergen. "La India" había alcanzado 60 grados, 24 segundos de latitud norte, a sólo nueve grados del polo norte.
En el pueblo más boreal del mundo, los chicos de la escuela le dieron unos dibujos para que llevara hasta Ushuaia. 10 años después Saint Martin entregó los dibujos a los chicos de la Escuela N° 1 de Ushuaia, aún conserva el estuche donde tan celosamente llevaba su trofeo
Al regresar a bs as, traia en un panel un trozo de lava de Islandia, un pedazo de teja, que según los arqueólogos, usaron los vascos en Terranova para cazar ballenas en tiempos precolombino y la cola del primer atún pescado.
El Vazco , vecino de Ensenada, escultor en madera hierro y cemento, en pequeñas e inmensas obras guarda toda la poesía de los grandes soñadores, intentó dar la vuelta al mundo sin escalas, sin asistencia y sin comunicación. Perdió su barco. Ahora aquí alentandolo y despidiendolo, porque va a Europa, tras sus sueños , a comprar su segundo velero.
Y como dijo Amir Klinc, peor que no terminar un viaje, es jamás intentarlo.