Un cementerio de barcos de gran porte flota en el canal que baña las costas de la Isla Santiago en el amarradero de la Escuela Naval de la Armada. Las inmensas estructuras sufrieron los embistes de las tormentas y quedaron a la deriva, generando preocupación por el impacto ambiental y el riesgo de colisiones.
Son las naves de mayor porte que hayan estado al servicio de Transportes Navales; tienen 180 metros de eslora y casi 32.000 toneladas de desplazamiento.
Uno de ellos es el Astra Federico fue botado el 17 de diciembre de 1977 y lo construyó el Fondo de la Marina Mercante, con el primer nombre de Ciudad de San Fernando. En 1981 fue transferido a Astramar, una compañía nacional de navegación, donde lo rebautizaron con el nombre definitivo. En 1992, la Secretaría de Transportes del Ministerio de Obras y Servicios Públicos le cedió el uso gratuito al Servicio de Transportes Navales. En esta etapa permaneció inactivo en el muelle de Dársena Sud hasta el 2006, cuando fue movido a la antigua dársena de acorazados en Río Santiago, cada tanto se cruza de lado a lado en el canal, a la deriva cuando alguna de sus amarras se sueltan.
El Astra Valentina fue botado también durante el gobierno militar, en 1978. Lo Construyó el Fondo de la Marina Mercante y corrió la misma suerte que el anterior: en 1982 también fue transferido a Astramar; en 1992 al Comando de Transportes Navales donde estuvo inactivo hasta que en el 2006 fue trasladado a Ensenada, donde se encuentra ocasionando serios problemas en el amarradero de la Escuela Naval.
La 3er embarcación es el A.R.A. Rio Gallegos, una nave de la Armada que transportaba combustible y cada día está más escorada.
Los tres buques presentan un estado deplorable y no cuentan con señalización ni sistema de balizamiento tal como lo indica la ley de navegación N° 20.094 y las Ordenanzas Marítimas .
Desde la Armada admitieron que como no había un lugar físico para amarrarlos en Capital Federal, los trajeron a la zona ribereña de nuestra región; a pesar de que los canales son bajos y angostos para semejantes estructuras, están dentro de todo escondidos. Estaban en la sección de Transporte Naval, en frente del Casino Flotante “Situación que perjudica al turismo, porque no es bueno para la vista de los turistas”, expresaron. Turistas que van al casino? les importa la naturaleza¡ en cambio aqui las Isla Santiago e Isla Paulino, características de reserva natural representativa de la selva subtropical más austral del mundo, donde si llegan turistas apasionados por la naturaleza y la cacería fotografica, además la navegación está limitada por estos buques. La ley nacional N° 20.094 de Navegación y la ley 18.398 de Prefectura Naval, en varios artículos señalan que los ríos deben ser de libre circulación: “Las naves que se hallen hundidas o encalladas en aguas jurisdiccionales argentinas constituyen un obstáculo y un peligro para el resto de las embarcaciones, por lo que deben ser extraídas o demolidas”.
desde la Armada reconocieron el problema ecológico que se podría llegar a ocasionar, pero sostienen que no tienen herramientas para solucionar este error en el manejo de los barcos.
Esta es una zona de mucha navegación deportiva, hay clubes náuticos con veleros, lanchas de pesca y otro tipo de embarcaciones, ademas de pobladores estables en las dos islas, que usan como medio de locomoción sus lanchas y o botes y los días de lluvia o niebla la visibilidad es escasa”. Provocando un inminente riesgo de colision
Además, se viola la ley provincial 12.756 de Paisaje Protegido, que sustenta que por ecoturístico se entiende al desarrollo del turismo asociado a la preservación integral de las condiciones naturales de la Isla Santiago.
las dos naves salieron de funcionamiento en 1992 quedando abandonadas. Encontrándose en un estado de irreversible recupero
hasta cuando?, recordemos en primer termino que en el 2016 le costó la vida de un kajaquista cuando intentó navegar entre los cascos amarrados de dichas unidades, pereciendo aplastado por el movimiento de los buques. En segundo término, el avanzado estado de deterioro y corrosión de los buques en cuestión es un riesgo de daño al medio ambiente por el potencial derrame de grasas, lubricantes, restos de combustibles y baterías que se encuentran en el interior, ya sea por una falla del material, desamarre, golpes, varaduras, hundimiento o incendio. En tercer lugar su continua custodia implica una erogación para el presupuesto nacional, que al dilatarse en el tiempo resulta inaceptable. Otro aspecto importante es el potencial hundimiento de los buques debido a los golpes entre esas estructuras durante los temporales, lo cual generaría cuantiosos gastos al Estado Nacional para su remoción. También es de considerar el lucro cesante correspondiente al valor residual de dichos buques, a precio de scrap o chatarra, que está perjudicando las arcas de la Nación.
Por último, pero no menos importante, debería tenerse en cuenta que encontrándose los buques dentro del mismo puerto donde opera el Astillero Rio Santiago el esfuerzo económico para implementar su desguace en dicho Astillero sería de menor cuantía, en términos de traslado de las unidades. Teniéndose en cuenta además los reiterados pedidos de reactivación de la industria naval, que ha llevado adelante dicho Astillero, que hoy cuenta con más de tres mil quinientos empleados y una crítica condición de subocupación resulta conveniente contrastar la conveniencia entre licitar su desguace a terceros con los riesgos habituales de incumplimiento contra la opción de optimizar los recursos ociosos del Estado, en esta materia